

Ibiza sabe mucho más allá de sus playas de postal. Bajo su piel bohemia y su magnetismo mediterráneo, late una escena culinaria vibrante, creativa y profundamente arraigada a la tierra. Si eres de los que viajan con el paladar en la maleta, estas cinco experiencias gastronómicas te revelarán la Ibiza más auténtica y sorprendente.
Nada de manteles de lino ni menús extensos. En la pequeña cala Mastella, el restaurante El Bigotes ofrece una experiencia culinaria tan sencilla como inolvidable: el bullit de peix, un guiso marinero que respeta la tradición ibicenca desde hace décadas. Aquí no se reserva por internet, sino con paciencia, por teléfono y meses antes de la cita. Se come lo que hay, a la hora que toca, y se disfruta como si se estuviera en casa de la abuela.
En pleno corazón de Ibiza ciudad se esconde un templo minimalista del sushi reconocido con una estrella Michelin: Omakase by Walt. Este espacio íntimo, con solo 8-10 plazas en barra, rinde culto a la tradición Edomae con la creatividad del chef Walter Sidoravicius. Nigiris servidos en dos tiempos, maridajes precisos de sake y una atmósfera casi ceremonial hacen de esta experiencia un viaje sensorial sin necesidad de salir de la isla.
Lejos del bullicio y las rutas más turísticas, cada sábado el Mercado de Forada convierte una sencilla explanada en un festival de sabores locales. Productores ecológicos, panes artesanos, frutas que parecen joyas tropicales y recetas heredadas dan vida a este rincón de autenticidad. Es el lugar ideal para charlar con quienes cultivan lo que comes y saborear Ibiza desde sus raíces.
Ibiza también se embotella. Y en Can Rich, una bodega ecológica ubicada en Sant Antoni, puedes descubrir los matices de un vino que nace entre el mar y la tierra. Desde tintos con uva monastrell hasta blancos de macabeo, cada copa cuenta una historia ancestral que comenzó con los fenicios. La visita incluye cata, paseo entre viñedos y alguna que otra sorpresa como sus espirituosos de hierbas ibicencas.
Pocos bares tienen tanta alma como el Bar Costa. Aquí, entre cuadros, jamones colgando y mesas comunales, se respira una Ibiza sin filtros. Bocadillos generosos, productos ibéricos de primera y una atmósfera artística convierten cualquier pausa en una escena de película. No es gourmet, pero es genuino. Y eso también es un lujo.
Una parada obligatoria si paseas por el casco antiguo de Ibiza: el Mercat Vell. Además de su encanto arquitectónico, ofrece productos frescos y puestos donde puedes probar delicias locales.
Después de un día saboreando la isla, nada como volver a un lugar que también entiende el arte de la buena mesa. En el Hotel Torre del Mar, la cocina es parte esencial de la experiencia:
Ibiza es un destino para los sentidos, y si los tuyos se despiertan con el sabor, estás en el lugar correcto. Porque aquí, cada plato cuenta una historia. ¿Te animas a saborearla?
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